Ahora duerme, acallada la verberación; se escorza rendido, esperando que las crecidas del invierno le inflamen los rabiones para llevar con ellos la muerte a las vidas apacibles de la mar. Y su reposo está saturado de culpas, lleno de inquietudes; su remordimiento come las orillas y las enrojece con una orla de carmín.
CONCHA ESPINA. El Metal de los Muertos.
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