lunes, 21 de abril de 2008

Pasada las Cañas.

La tarde va cayendo.

Nerva, Riotinto, Naya, la vasta región minera que el Estado español vendió por la insignificante suma de 93 millones mal contados, se va quedando detrás. El tren hace largas paradas en las estaciones para dejar paso a los que vienen de Huelva de trasportar mineral. Parejas de "guardiñas" y hombres mutilados es lo que el viajero ve en estas silenciosas estaciones. Lo que se ve cuando el tren corre bramando son campos desolados, peñas cortadas, el río... Este viejo río, quieto, denso, luctuoso, es el Tinto. Si el viajero no supiese que su color lo debe al cobre, podría creer que su sombría masa era de sangre, la sangre derramada por tantos millares de hombres, que se ha ido depositando en su ancho cauce.

CIGES APARICIO, M. Los Vencidos.

Nicolás dijo lo siguiente: La Pasada de Las Cañas, nunca fue un apeadero. Estas viviendas fueron ocupadas por operarios de la conservación del ferrocarril.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La Pasada de Las Cañas, nunca fue un apeadero. Estas viviendas fueron ocupadas por operarios de la conservación del ferrocarril