Fosfoyesos.
La línea blanca del horizonte es la balsa de fosfoyesos.La balsa de fosfoyesos, de unas 1200 hectáreas, almacena este residuo procedente en su mayoría de la vecina fábrica de fertilizantes Fertiberia. Desde 1968, esta empresa ha vertido allí 70 millones de toneladas del desecho de rocas de fosfato después de ser tratadas y obtener de ellas ácido fosfórico, componente de los fertilizantes. Este desecho resulta ser una sustancia viscosa y blancuzca que termina endureciéndose y configurando un paisaje característico.
Además los fosfoyesos, de manera natural, liberan una radiactividad que ha preocupado mucho durante años a los vecinos de Huelva y a las asociaciones ecologistas. Los estudios de la balsa realizados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a instancias del Gobierno indican que la radiación que reciben los trabajadores está dentro de los límites legales y recalcan que Huelva está exenta de cualquier radiación procedente de las balsas. El estudio ha puesto de manifiesto la necesidad de controlar el vertedero. La mejor manera según los científicos es sellar los montículos de desperdicios, que pueden superar los 20 metros, con distintas capas de tierra y materiales de desecho, y hacer crecer vegetación.
Los apilamientos de fosfoyesos se producen como consecuencia del proceso de recirculación de aguas ácidas cargadas con fosfoyesos, una medida paliativa respecto al vertido previo diario de éstos a la Ría de Huelva, que representaban del orden de 700 Tm/día. Según se recoge en el informe del CSIC, los constituyentes principales de los apilamientos son sulfatos, fosfatos, calcio, hierro y cobre, aunque se encuentran acumulaciones puntuales de fosfato de hierro y fosfato de cobre. Aunque en el yeso las concentraciones metálicas son, en general, bajas, en las acumulaciones de fosfatos los contenidos en elementos con potencial peligro ambiental (Cobre, Plomo, Arsénico, Cromo y Cinc) son muy altos (hasta el 0,2% y en un caso hasta el 20% de Cobre); además elementos radiactivos como U están en niveles de concentración de g/tonelada.
En cuanto al análisis de las aguas de balsa, estás son ricas en iones fosfato, sulfato, cloruro y yoduro, y posiblemente fluoruro, siendo el catión sodio el más abundante y en menor cantidad calcio, magnesio, hierro, potasio y aluminio. Son aguas con pH ácido (1,8-2,2) y de alta salinidad (hasta 75 mS/cm). Las altas conductividades se deben a los elevadísimos contenidos en fosfatos y sulfatos disueltos. Los valores de pH, muy ácidos, exceden claramente lo permitido en la normativa sobre vertidos a cauces públicos. Los contenidos en fosfatos exceden en más de un orden de magnitud estos límites normativos. Además están presentes en estas aguas muy altas concentraciones (decenas de mg/L) en Cinc, Arsénico, Cromo, Vanadio, Uranio y Cobre. Las concentraciones de Cromo, Cobre, Arsénico y Cinc exceden entre uno y dos órdenes de magnitud los límites permitidos por la normativa de vertidos.
Además los fosfoyesos, de manera natural, liberan una radiactividad que ha preocupado mucho durante años a los vecinos de Huelva y a las asociaciones ecologistas. Los estudios de la balsa realizados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a instancias del Gobierno indican que la radiación que reciben los trabajadores está dentro de los límites legales y recalcan que Huelva está exenta de cualquier radiación procedente de las balsas. El estudio ha puesto de manifiesto la necesidad de controlar el vertedero. La mejor manera según los científicos es sellar los montículos de desperdicios, que pueden superar los 20 metros, con distintas capas de tierra y materiales de desecho, y hacer crecer vegetación.
Los apilamientos de fosfoyesos se producen como consecuencia del proceso de recirculación de aguas ácidas cargadas con fosfoyesos, una medida paliativa respecto al vertido previo diario de éstos a la Ría de Huelva, que representaban del orden de 700 Tm/día. Según se recoge en el informe del CSIC, los constituyentes principales de los apilamientos son sulfatos, fosfatos, calcio, hierro y cobre, aunque se encuentran acumulaciones puntuales de fosfato de hierro y fosfato de cobre. Aunque en el yeso las concentraciones metálicas son, en general, bajas, en las acumulaciones de fosfatos los contenidos en elementos con potencial peligro ambiental (Cobre, Plomo, Arsénico, Cromo y Cinc) son muy altos (hasta el 0,2% y en un caso hasta el 20% de Cobre); además elementos radiactivos como U están en niveles de concentración de g/tonelada.
En cuanto al análisis de las aguas de balsa, estás son ricas en iones fosfato, sulfato, cloruro y yoduro, y posiblemente fluoruro, siendo el catión sodio el más abundante y en menor cantidad calcio, magnesio, hierro, potasio y aluminio. Son aguas con pH ácido (1,8-2,2) y de alta salinidad (hasta 75 mS/cm). Las altas conductividades se deben a los elevadísimos contenidos en fosfatos y sulfatos disueltos. Los valores de pH, muy ácidos, exceden claramente lo permitido en la normativa sobre vertidos a cauces públicos. Los contenidos en fosfatos exceden en más de un orden de magnitud estos límites normativos. Además están presentes en estas aguas muy altas concentraciones (decenas de mg/L) en Cinc, Arsénico, Cromo, Vanadio, Uranio y Cobre. Las concentraciones de Cromo, Cobre, Arsénico y Cinc exceden entre uno y dos órdenes de magnitud los límites permitidos por la normativa de vertidos.
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