Villalba del Alcor es uno de los pocos pueblos de nuestra provincia que aún mantiene en funcionamiento una caldera para esencias. Llevo muchos años pasando por estas instalaciones, pero hasta hoy, nunca las había visto funcionar; lástima que la esencia que se estaba destilando era de hinojo (planta de la que no me gusta mucho su olor).
Antes de atravesar la entrada fotografié las calderas. Se ven dos calderas (una de ellas tapada con haces de hinojo) y sus respectivos serpentines. Se aprecia que una de las calderas está funcionando pues el humo sale de la chimenea de su horno.
En esta foto se ve la caldera con el hinojo próximo a destilar. La caldera se llena con medio metro de agua y con todo el hinojo que dentro de ella quepa. Antonio y su padre, Diego, van presionando el hinojo a medida que lo introducen. A su vez lo rodean de unas cadenas que servirán para sacarlo una vez aprovechado.
A la izquierda de la caldera está el serpentín lleno de agua para enfriar, por donde las gotas de vapor que transportan la esencia del hinojo pasan de gas a líquido.
A la izquierda de la caldera está el serpentín lleno de agua para enfriar, por donde las gotas de vapor que transportan la esencia del hinojo pasan de gas a líquido.
Aquí vemos a Antonio alimentando con tomillo (destilado hace unos meses) el horno de la caldera. Los haces de hinojo destilado se aprovechan para dar de comer al ganado. Se puede apreciar que la caldera tiene una altura de dos metros y medio. El horno se enciende a las 5 de la mañana con tablas y troncos. Después de una hora (cuando el agua ya está hirviendo) el fuego se mantiene con los haces de tomillo. Sobre la una de la tarde, cuando ya no sale agua por el serpentín, se deja de alimentar el horno.
Una vez que la esencia pasa por el serpentín y se enfría, cae mezclada con agua en otro serpentín más pequeño. En este recipiente, el agua se queda debajo y la esencia (aceite) se queda en la parte superior. Entonces entra en escena Francisco (padre de Diego y abuelo de Antonio). Con una pequeña lata va recogiendo la esencia cuidadosamente e inmediatamente la envasa en una garrafa de plástico para su transporte. Es curioso, pero de esta caldera tan grande, Francisco recoge unas escasas 15 latas de esencia.
Ya fría la caldera, Diego y Antonio quitan la tapa y sacan los haces de hinojo con una pequeña grúa. Bonito trabajo el de esta familia en el que tres de sus generaciones unen su esfruerzo para un fín común.
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y leyendo o viendo: EL PERFUME.
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